Aunque la energía no se crea ni se destruye, la energía útil del Universo está disminuyendo continuamente, por lo tanto, la biosfera requiere una entrada continua de energía. Si no fuera así, las reacciones catabólicas terminarían por degradar las moléculas complejas, convirtiéndolas en moléculas sencillas y no habría energía para realizar el anabolismo. El proveedor de energía para la inmensa mayoría de los seres vivientes es el sol. La energía, dentro de la biosfera, no tiene un comportamiento cíclico; ingresa a la masa viviente gracias al proceso de fotosíntesis, en donde la energía luminosa es transformada en energía química con lo que se pueden sintetizar moléculas complejas a partir de moléculas sencillas. La fotosíntesis es el proceso contrario a la respiración. En la siguiente ecuación (7.2) se aprecia cómo es posible sintetizar una molécula de glucosa a partir de CO2 y H2O, mediante un proceso endergónico, empujado por la energía luminosa. Cuando la molécula de glucosa es degradada a CO2 y agua durante la respiración (ecuación 7.1), se libera la energía que fue almacenada durante su síntesis.

7.2
También es muy importante destacar que otro de los productos de la fotosíntesis es el oxígeno: los átomos de hidrógeno que forman la glucosa son donados por moléculas de agua que se convierten en oxígeno. Todo el oxígeno gaseoso que se encuentra en la atmósfera y que requerimos para respirar es producido por la fotosíntesis.
En 7.3 se muestra un resumen de los conceptos que se han estudiado: la energía luminosa, durante la fotosíntesis, es convertida en energía química (glucosa). Cuando ésta es degradada por las reacciones catabólicas (respiración), libera energía que permite la síntesis de ATP, mismo que va a ser usado por los diversos procesos endergónicos que realiza la célula. Al final de esto la energía sale de la biosfera en forma degradada (entropía), es decir, energía no útil.

7.3
En la figura 7.6 se muestra un esquema de la reacción de la fotosíntesis para sintetizar glucosa.